
30 Sep ENTRENAMIENTO DE LA MUSCULATURA RESPIRATORIA: FUERZA, RESISTENCIA Y SALUD
La musculatura respiratoria cumple un papel vital en nuestra función pulmonar y en el rendimiento físico, pero pocas veces recibe la atención que merece. Así como entrenamos los brazos, las piernas o el core, también podemos y deberíamos entrenar los músculos implicados en la respiración. El entrenamiento de la musculatura respiratoria es una estrategia cada vez más respaldada por la evidencia científica y cada vez más integrada tanto en el ámbito clínico como deportivo. Su fortalecimiento no solo mejora la eficiencia respiratoria, sino que también reduce la sensación de fatiga y mejora el rendimiento deportivo, la calidad de vida y la recuperación en múltiples patologías.
La musculatura respiratoria se divide principalmente en musculatura inspiratoria y espiratoria, además de un grupo de músculos accesorios que entran en acción en situaciones de mayor demanda (como durante el ejercicio o patologías respiratorias).
- Principal músculo inspiratorio: Diafragma (es el protagonista de la inspiración. Su contracción permite que los pulmones se expandan).
- Músculos accesorios de la inspiración: Intercostales externos, escalenos, esternocleidomastoideo, pectorales menores.
- Músculos espiratorios: En reposo, la espiración es pasiva, pero durante el esfuerzo o en ciertas patologías entran en juego músculos como los intercostales internos, abdominales (recto, oblicuos, transverso).
Estos músculos no solo participan en la respiración, también lo hacen en la estabilización del tronco y el core, por lo que su función va más allá del simple acto de inhalar y exhalar.
¿Por qué es importante entrenarlos?
La debilidad de la musculatura respiratoria puede conllevar:
- Mayor sensación de disnea (ahogo) en actividades cotidianas o deportivas.
- Reducción del rendimiento físico y menor tolerancia al esfuerzo.
- Menor eficiencia ventilatoria en patologías respiratorias, neuromusculares o cardíacas.
- Aumento de la fatiga periférica durante el ejercicio.
- Mayor riesgo de complicaciones postquirúrgicas en pacientes con función respiratoria comprometida.
En pacientes con EPOC, asma, enfermedades neuromusculares o en procesos post-COVID, entrenar estos músculos puede significar una mejora directa en su capacidad funcional y su calidad de vida. En deportistas, su fortalecimiento puede representar una ventaja competitiva clara.
¿Cómo se entrena la musculatura respiratoria?
Entrenamiento específico con dispositivos:
Existen herramientas diseñadas para generar una resistencia al paso del aire, forzando así a los músculos respiratorios a trabajar más intensamente. Los más utilizados y respaldados por la evidencia son:
Threshold IMT (Inspiratory Muscle Trainer):
- Se recomienda comenzar con 30% de la presión inspiratoria máxima (PIM), 5–7 días por semana, con 2 series de 30 respiraciones. Se puede progresar hasta el 60% PIM.
- Dispositivo que ofrece una resistencia a la inspiración. Ideal para entrenar el diafragma y mejorar la fuerza inspiratoria.
Dispositivos PEP (Presión espiratoria positiva):
- Útiles especialmente en patologías respiratorias crónicas para mejorar la limpieza mucociliar, pero también utilizados para entrenar la espiración forzada.
POWERbreathe:
- Similar al Threshold pero con mayor rango de ajuste y monitorización digital en algunos modelos.
Entrenamiento respiratorio en ejercicios globales:
Además del trabajo con dispositivos, también podemos incluir el entrenamiento respiratorio en ejercicios funcionales y globales:
- Trabajo de core integrado: ejercicios como el dead bug, puente de glúteos o pallof press, integrando respiración diafragmática y control postural.
- Entrenamientos tipo HIIT con control respiratorio: mejoran simultáneamente capacidad cardiovascular y activación de musculatura accesoria.
- Yoga o pilates con enfoque respiratorio: entrenan control del patrón ventilatorio y activan musculatura profunda.
¿Por dónde empiezo?
Antes de comenzar, es importante evaluar la función respiratoria del paciente o deportista. Medir la presión inspiratoria máxima (PIM) o realizar pruebas funcionales permite ajustar el nivel de resistencia. En casos clínicos, se recomienda trabajar con un fisioterapeuta especializado en fisioterapia respiratoria para una correcta progresión y supervisión.
Respirar bien también se entrena, y hacerlo correctamente puede marcar una diferencia fundamental.
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